domingo, 22 de agosto de 2010

Sobre el Sistema Previsional Argentino, escribe Hector Muñoz

El sentido común tiene demasiada buena prensa. Desde allí se puede argumentar sin argumentos, es posible naturalizar prejuicios, alguien podría desnudar su ignorancia, se puede revelar mala fe. Algo dicho desde el sentido común parece quedar exento de cuestionamientos, anula la posibilidad de refutación, impide detenerse a pensar. Y eso, me parece, no es un buen ejercicio. Siempre alenté, y lo seguiré haciendo, el pensamiento, el debate y la tolerancia de las opiniones diferentes. Las personas inteligentes debieran escaparle al sentido común y buscar en las prácticas, en los hechos, en las acciones, en los datos, las razones para sostener una afirmación.

"Es puro sentido común. No se pueden hacer obras con la plata de los jubilados" dijo el obispo Rovai, según publicó El Diario del Centro del País.

Tal vez el obispo, como muchos argentinos, tenga una percepción equivocada respecto del funcionamiento del sistema previsional en nuestro país ya que no es cierto el relato que afirma que existe un dinero que es propiedad de los jubilados y que está en una caja del Estado, lista para ser entregada.

Los datos reales y concretos muestran que los beneficiarios del sistema previsional eran 3 millones 200 mil argentinos en el año 2003, cifra que se amplió a 5 millones 600 mil compatriotas en el año 2010. Se incorporaron 2 millones 400 mil nuevos beneficiarios por lo que se aumentó la cobertura previsional del 60 a casi el 90 por ciento de la población en edad de jubilarse. Hoy el 70 por ciento de los abuelos cobran la mínima y en el período que va de marzo del 2009 a marzo de 2010 el aumento acumulado alcanzó el 29,7 por ciento.

El sistema previsional de carácter solidario, como el que actualmente se instrumenta, no guarda relación con la promocionada capitalización individual que fundamentaba la existencia de las AFJP. De ahí tal vez el equívoco de seguir pensando en términos de "la plata de los jubilados". Ahora se trata de recursos previsionales administrados por la Ases donde el aporte de los trabajadores en actividad es solidario de modo intergeneracional con los jubilados actuales.

En la discusión sobre la aplicación del 82 por ciento móvil se demanda que el Estado nacional sacrifique el patrimonio previsional que hasta hoy le permitió intervenir en el desarrollo económico, generando inversiones genuinas que multiplican fuentes de trabajo y donde más empleados en blanco aportan para seguir mejorando las retribuciones de los jubilados. Es así como funciona la solidaridad del sistema previsional.

Pero lo bueno que queda de este intercambio de opiniones, de esta confrontación de pareceres y sentires, siempre enriquecedora, es que los actores políticos, sociales, culturales y religiosos estamos pudiendo expresarnos, coincidir y disentir.

Mis palabras no tienen otro objetivo que celebrar la expresión pública de la opinión de uno de los actores sociales significativos de la comunidad local, manifestaciones que ingresan a un espacio de tolerancia y respeto. Igual tratamiento pido para mi humilde opinión.

colaboración, Héctor Guillermo Muñoz



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