martes, 27 de julio de 2010

EVITA Y LA HISTORIA, escribe Hector Muñoz


La sociedad argentina recuerda a Evita por su intenso trabajo en beneficio de los más necesitados y por haber alcanzado importantes conquistas sociales en sólo 7 años de actuación pública.
Pero ese es el recuerdo hoy, a 58 años de su desaparición física. Tuvo que pasar todo ese tiempo, y toda la historia de desencuentros y antinomias que caracterizó al pasado reciente de nuestro país, para que el pensamiento y la obra de esta sencilla mujer cobraran real dimensión.
Eva Duarte vivió y protagonizó un momento histórico en el que los trabajadores, los sectores humildes y los desamparados no eran considerados ciudadanos con derechos por parte de una clase dirigente que, con distintas denominaciones, se había alternado en el poder. En algún momento, alguien tendía que cambiar ese orden injusto y así se hizo.
La principal preocupación de Evita fue trabajar en aquellos terrenos donde la política social no conseguía avances significativos, o sea en los niños, las mujeres desamparadas y los ancianos. Sectores marginales que no accedían directamente a los beneficios de la legislación social que comenzaba a incluir a los obreros, los empleados, los peones rurales, etc.
Lo hizo contrariando el rol que tradicionalmente ejercían las esposas de los presidentes, una posición ornamental en los actos protocolares. Evita eligió recorrer otro camino, más sacrificado y difícil por su condición de mujer, pero igual de noble y satisfactorio por los objetivos que perseguía.
La incorporación de las mujeres a la condición de ciudadanas con derecho al voto, la transformación de la clase trabajadora en un factor decisivo para la producción del país y su correspondiente acceso a la distribución de la renta, la promoción de derechos y la realización de obras para los niños y los ancianos fueron algunas de las muchas acciones que impulsó Evita. Curiosamente, muchos eligieron ignorar esta obra social para centrar sus objeciones en sus viajes, su vestimenta, su origen social.
Hoy que los argentinos hemos elegido a una mujer para administrar los destinos de la patria, aquella obra vuelve a tener una dimensión significativa. Hoy que la legislación extiende y consagra derechos, hoy que los excedentes de la producción se destinan a políticas sociales de inclusión, hoy que los poderosos insisten en desviar su mirada de lo que es importante para todos, la Historia y Evita nos dejan su enseñanza. Ellas nos seguirán recordando que donde haya una injusticia habrá un derecho y así seguiremos avanzando.
Héctor Guillermo Muñoz

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