viernes, 25 de junio de 2010

Obama y Medvédev sustituyen el teléfono rojo por Twitter, desde Barcelona, Lucciano Pindo

Adiós al teléfono rojo. Barack Obama y Dimitri Medvédev han decidido sustituirlo por Twitter. El viejo instrumento, mitad realidad mitad ficción, que conectaba directamente a la Casa Blanca y al Kremlin en los sombríos años de la Guerra Fría para contener in extremis el estallido de un conflicto, ha dado paso al mucho más festivo y transparente nuevo medio de comunicación descubierto por el presidente ruso en su gira por el Silicon Valley.

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      Medvédev se interesó por los secretos del iPad, del iPhone 4 y otros instrumentos surgidos de la creatividad de Apple, se entrevistó con cerebros de la universidad de Stanford, conoció las peculiaridades del modelo empresarial de Google en Cupertino y aprovechó su visita a Twitter para abrir su nueva cuenta @KremlinRussia. Obama, que tiene la suya desde hace tiempo, le invitó a utilizar a partir de ahora este sistema para profundizar su relación.

      Medvédev discutió, por supuesto, con Obama y con sus principales asesores asuntos relevantes de la actualidad internacional. Pero el interés despertado por su estreno en Twitter, además de una prueba de la influencia alcanzada por las redes sociales y los nuevos vehículos de comunicación, es un indicador de que, en lo que respecta a la política, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia van como la seda. "Hemos hecho progresos que hubieran sido impensables hace solo 17 meses", cuando Obama asumió el cargo, dijo el presidente estadounidense.

      Desaparecido el escudo antimisiles europeo, firmado el nuevo START para la reducción de armas atómicas, aprobadas las sanciones a Irán y coordinados los esfuerzos ante otras crisis, como la de Corea del Norte, Obama y Medvédev certificaron la amistad que les une -el éxito de la "reprogramación", como se ha dado en llamar a este proceso- y su voluntad de extender esa colaboración a las inminentes reuniones del G-8 y del G-20, que comienzan hoy en Toronto.

      Tanta es la cordialidad y la simplicidad de su agenda, que los líderes tuvieron tiempo de salir de la Casa Blanca para ir a comer a la hamburguesería preferida de Obama, un modesto local llamado Ray,s Hell que está a rebosar desde que se supo la predilección del presidente. Compartieron el paquete de patatas fritas. Pagó Obama. (El País)

      ANADig, desde Barcelona , Lucciano Pindo

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