jueves, 24 de marzo de 2011

A 35 años… El 24 de marzo de 1976, escribe Eduardo Accastello

En la memoria del pueblo argentino ha quedado una marca que, a tres décadas y media de la infausta fecha, aún oprime el presente de nuestra sociedad. No solo porque recuerda a un Golpe de Estado, que de ser uno mas en la larga secuencia de la crisis argentina, significó un doloroso y planificado PLAN organizado y que abarcó todo el Cono Sur de Latinoamérica. El 24 de marzo… es Memoria. Y memoria de represión, sangre, muertos, desaparecidos, demencia social iniciado un tiempo antes. Si quisiéramos señalar una fecha iniciadora del flagelo ubiquémosla en aquel 1º de julio de 1974 cuando muere del presidente Juan Domingo Perón. A partir de allí, un raro y oscuro presagio sobrevoló durante largos meses la sociedad argentina. Del Golpe cívico-militar del ’76 debemos decir que, lo nefasto, lo nuevo, lo que repugna nuestra conciencia, es la modalidad de la muerte y de los desaparecidos. O sea, los argentinos que fueron llevados y borrados de la sociedad. Los vecinos, obreros, estudiantes, intelectuales, militantes o no, de los que nunca más se supo por décadas y que por ellos aún deambulan acongojados familiares en su búsqueda. Los niños nacidos en prisión, privados del derecho de identidad, de conocer a sus padres o a sus abuelos que aún los buscan. La ciudad de Villa María también fue epicentro de violencia y crueldad. En lo institucional, el golpe significó el fin del gobierno peronista del Intendente Dr. Carlos Pizzorno al que se consideraba rodeado de corrupción y negociados. De la misma forma se actuó con los gobiernos de la provincia de Córdoba y de la Nación. Era un calco de lo ocurrido en aquel 16 de septiembre de 1955. Cierta militancia, y algunos sectores sociales, creyeron que los militares y civiles del gobierno de facto pondrían orden y restituirían gobiernos con ética y transparencia. ¡Que grave error el cometido! Alguien dijo que este golpe de marzo de 1976 se consideraba un golpe fundacional. ¿De qué?: de una Argentina sin peronismo, con sindicatos domesticados, sin industriales prebendarlos, sin Estado, sin política nacional-popular. O sea, que los propósitos estaban lejos de ser inocentes y alejados de una dictadura pasajera como las anteriores. La democracia fue humillada. No se creía en ella. Poco valor tenía. Al gobierno de Carlos Pizzorno le sucedieron 7 años de gestiones lamentables que atrasaron la sociedad. Ahora tenemos la obligación de reflexionar: si los gobiernos populares desplazados eran fatalmente malos, como decía la propaganda interesada, solamente faltaban unos pocos meses para las nuevas elecciones. Inclusive, en el orden nacional ya estaban anunciadas. El Pueblo argentino iba a saber votar. Una vez más no se confió en él. El Golpe de Estado cívico-militar del 24 de marzo debe ser, ahora, ejercicio de Memoria. De memoria fuerte. De vigencia de los Derechos Humanos. De efectiva aplicación de la Justicia Social. Del derecho de los padres y abuelos para conocer sobre sus hijos y nietos. De defensa de la democracia como forma institucional de la vida social. De renovadas esperanzas para la juventud actual. A 35 años de la oscura fecha, los otros países hermanos suramericanos transitan un proceso similar, ¿para qué? para que la historia del nefasto hecho no perturbe el presente ni comprometa el futuro de la Patria Grande que debemos construir entre todos. 


Eduardo Luis Accastello


fuente
http://www.eduardo-accastello.com.ar/vernoticias.asp?nid=15

1 comentario:

  1. Estimado Eduardo, creo que tus palabras reflejan el dolor y la fortaleza de no olvidar, para no claudicar nuestros derechos tan esenciales como la vida, la libertad, la igualdad y la dignidad.

    Angel Peñaloza

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