jueves, 16 de septiembre de 2010

16 de septiembre de 1955: Ayer y hoy, la misma lucha Escribe: Normand Argarate

Intentar reflexionar sobre las circunstancias y las consecuencias históricas, que determinaron la irrupción de la Fusiladora, es un ejercicio que permite iluminar las tensiones conspirativas, que subterráneamente se activaron y se activan para impedir el protagonismo popular, y de esta manera obturar transformaciones cualitativas en las estructuras de poder de la Argentina.
Desactivar el Estado de Justicia Social, silenciar los canales de participación popular, encarcelar y perseguir a los militantes de un nuevo y revolucionario orden social, bombardear a la población civil, fusilar y excusar estos crímenes con consignas religiosas de un catolicismo reaccionario, desinformar desde la complicidad de los medios, son las evidencias mas notorias de la práctica de una terrorismo de estado que desde las fuerzas represivas, se utilizó cada vez que los grandes intereses económicos se vieron amenazados.
La dictadura del 76 es el correlato histórico y económico del 55, en el sentido de aniquilar cualquier política que subvirtiera el orden de poder que los grandes grupos empresarios habían establecido desde finales del siglo XIX. La Semana Roja, es decir los asesinatos en Plaza Lorea en 1909, son los hechos iniciales, el bautismo de fuego de un poder, que no dudaría en usar el asesinato, la cárcel, el fraude o cualquier mecanismo coactivo, para perpetuar un sistema de inequidad y expropiación social.
Precisamente para esclarecer sobre la verdadera dimensión de la última dictadura, existe ese magnífico documento de Rodolfo Walsh, la Carta Abierta a la Junta, en los párrafos finales se señala que: “Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz.”
Esta misma línea argumentativa se entrama con lo sucedido en septiembre de 1955; A dos años del golpe militar, el mismo Perón señala en un artículo periodístico que la llamada “revolución libertadora” trajo la cuarta invasión inglesa. “Ante la incredulidad de propios y extraños –escribía-, nacionalizamos, comprando y pagándoles, los transportes, puertos, teléfonos, silos y elevadores, frigoríficos, servicios de gas y energía, el Banco Central, creamos la Flota Mercante, que llegó a ser la cuarta del mundo, y dimos al país transportes aéreos. Industrializamos la Nación facilitando la instalación de industrias pesadas. Asimismo, fabricamos gran cantidad de maquinarias y automotores. Así logramos la independencia económica, arrojando por tercera vez al invasor británico”. En otro párrafo del artículo firmado por el propio Perón: “Nuestra economía justicialista les resultó desastrosa. Sirva un ejemplo: en textiles y afines importábamos de Inglaterra por un valor de 100 millones de dólares anuales. En 1954, esa cifra se redujo a medio millón anuales. Como último bastión, le quedaba nuestro mercado comprador de petróleo. Inglaterra nos vende combustible por valor de 350 millones de dólares por año. Nuestro gobierno había firmado ad referéndum del Congreso de la Nación, un “contrato de locación de servicios” con la Standard Oil de California. Por éste, la compañía norteamericana se comprometía a explorar parte de nuestro subsuelo y extraer el petróleo que hubiera, el que debía ser entregado en su totalidad a YPF para su comercialización”.
Ambas interpretaciones, tanto la de Walsh, como la del propio Perón, entienden que la verdadera intención de estos golpes, es resguardar el orden económico de las clases dominantes y los intereses del capital financiero internacional.
Finalmente quisiera llamar la atención sobre cómo el presente puede ser observado desde el pasado y viceversa, una especie de diálogo histórico que nos permita identificar, esas tensiones en pugna que recorren y animan los intereses de algunos análisis. Por ejemplo, las editoriales de los últimos días, en el diario La Nación sobre la salud del diputado y Presidente de la Unasur, Néstor Kirchner, que por su carga de maledicencia, de sombrío deseo de muerte, remiten inexorablemente a esa frase repulsiva, que desde la sombras mas oscuras se pintaban como la reivindicación de una enfermedad nacional “Viva el cáncer”.
Pensar entonces la historia es recobrar la salud, es generar los anticuerpos necesarios, es potenciar nuestro sistema inmunológico, es vacunarnos contra la amnesia y la apatía para derrotar finalmente aquellos que como virus indeseables del cuerpo social nos quieren enfermos, débiles y pobres.

colaboración Normand Argarate, Partido Justicialista

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